Me hubiese encantado haber llegado antes al Centenario para pegarme una siestita en el cerebro -si, pegarme, no tomarme-, el solcito lo ameritaba.
-Pegarme en el sentido plasticoloso de la cuestion-
Tengo millones de bolsas por ordenar, millones de nudos en la espalda y millones de manitos que me rascan la cabeza.
Millones quiza no sean tantas.
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