Ya se que le prometi al chico de la cruz literaria sobre la espalda -Rubén Dario- que escribiria algo dedicado a esa gente que entra malvadamente y NO DEJA HUELLAS.
Pero tengo algo mas bonito que contar, y con menos puteadas, menos desangres, menos caritas de rabia y mas pelos.
Tengo un loro peludo y negro que se me sube al hombro.
Le gusta trepar arboles chiquitos vestidos de jean azul.
Juega desde las siete de la mañana, duerme siestas largas, viaja en colectivo y te deja las manos llenas de marcas rojas.
Su cabeza entra en mi boca -no lo intente, simplemente supongo-, sus dientes son como espinitas de pescado. Tiene una cola larga que se hace gigante cuando Ursula se acerca.
He aqui mi hermoso gato de combate.
Melibea, Memé.
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